En el tema permea una guitarra crunchy clásica del género, que durante los versos hace mutis y gradualmente va a apareciendo con arreglos cada vez complejos hasta llegar al rasgueo pesado de los estribillos. La batería contribuye con un bien logrado uso del silencio y el espacio (tan o más importante que la música misma) echando mano de diferentes recursos que distinguen cada una de las secciones. Solo bombo y tarola aquí, unos contratiempos semiabiertos por allá y al final los platillos en toda su capacidad.
Producción indie de la buena, balance entre
composición y ejecución. Congruente y agradable al oído. Vale la pena darle la
oportunidad a las dramáticas cortinas que combinan (¿con la alfombra?)
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